Tantas veces he visto la imagen del escritor Vicente Blasco Ibáñez sentado en la imponente mesa de mármol, mirando al mar, que cuando el mes pasado, nos abrieron su terraza para poder hacer la portada de nuestra publicación de verano, no pude evitar hacerme una foto allí, en el mismo sitio que él.
La verdad, es que sentada en esa mesa, una se siente capaz de todo, que maravilla de lugar, que paz. Por un momento, imaginé como debió ser vivir allí a principios del siglo XX, cuando la Malva-rosa era una playa solitaria, llena de vegetación y alejada del casco urbano. El escritor, seguro que fue muy feliz en un lugar como aquel, no imagino mejor sitio para escribir.
Por aquel entonces, la casa estaba ubicada en la misma arena y su construcción fue bastante complicada, el subsuelo no tenía la consistencia adecuada por estar tan cerca del mar, así que, tuvo que ser levantada en varias ocasiones.
Hoy en día, la Casa-Museo que visitamos, es una réplica muy similar a la original, que sufrió importantes desperfectos tras la incivil guerra del 36.
El verano de 1997, se inauguró como museo y se puede visitar de martes a domingo.
Está en Isabel de Villena, 159. Mirando al mar sus cariátides os esperan!